El mar agoniza
en cada lágrima de sal
que curte el rostro de la arena.
El sol se mece
en cada rayo de luz
que nace de su sonrisa perlada.
La oscuridad me nombra,
me nombra en el silencio de su mirada
y brotan partículas de eternidad del céfiro de sus labios.
0 comentarios:
Publicar un comentario