El fuego de mis manos se desviste
acariciando el lienzo de tu piel
y entre el silencio rojo de hidromiel
a despedirse en breve se resiste.
Porqué callar luceros al despiste
de tersas manos hechas un pincel
que entre suspiros nacen en vergel
de las caricias que en mi ser construiste.
Miedo no sientas, vida, por destellos
entre las nubes densas que sollozan
en tu interior buscando fieles sellos
de la pasión que amantes aún gozan
al deslizar pinceles por cabellos
que al infinito amor de dos esbozan.
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