El reloj suspendido ha recordado
el pasar de una vida dolorida;
silente, temeroso, desdichado
besó a la luz que espera en la salida.
Algún segundo escapa por un lado
y en la desolación quizás anida,
del pánico se aferra y se ha golpeado
en muros de la incierta y mustia vida.
Despiertan los luceros de la hora,
mas lo hacen bajo mares con tardanza,
despiertan y al hacerlo el ser implora
volver en un segundo a la añoranza
y así la eternidad surcar que mora
en el espejo tiempo donde danza.
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