PARA ANTONELLA




Las ondas en redor de tus luceros
de almendra, de caoba y capuli,
desprenden un aroma a flor de lis
que dejan a mi ser flotando en cielo.

Descubro tu dulzura en embelesos,
sintiendo que has formado en ti el jardín
de aquel amor que nace en un candil
dejando al buen amante en fuego preso.

La luz de tu mirada me sorprende,
sabe llenarme el alma de ambrosía
y renacer en mares de mi mente.

Ay, niña, de tener en mí la dicha
de ver tus labios rojos que estremecen
latentes y presentes en mi vida.

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