EL CUERPO DEL SILENCIO



El silencio muere y renace en millones de labios. Tiene mil rostros, mas el eco que despide su cuerpo está sellado con el fuego de su alma. El silencio me calla en este oscuro desespero de la noche que trepida por mi piel. El silencio y mil silencios, que nombro entre los ríos de mi sangre, son las golondrinas del estrépito de labios, se desvisten en suaves aleteos en redor del ruido ciego.

Siento el frío palpitar del silencio sobre la cima de mis labios y, con paso firme, se instala en esa cúspide tan escarpada y poco explorada por otros labios en fuego. Silencio, te he nombrado y has caído a mis pies como caen las estrellas que, fugaces y delirantes, se despiden con un beso al inclemente cielo. 

Silencio, ¡oh, silencio! Estás ardiendo en el gélido suelo y ya no reconozco tu rostro que, antaño, acariciaba con la mirada y fulguraba con los destellos de sus suspiros.  



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