Ay, Sócrates, qué bien harias ahora
viviendo y demostrando a tanta gente
que en nuestra alma simplemente mora
la realidad dejando una simiente.
Ay, Sócrates, el tiempo nos devora
a gran velocidad y es tan silente,
que el golpe de los años no demora
y menos nos perdona, es inclemente.
Ay, Sócrates, si el ánimo permuta
que sea en una estancia de placer,
que no se pierda en la tercera ruta
dimensional, pues ha de oscurecer,
y si esto nos pasara, la cicuta
en nuestros labios debería arder.
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Espectacular, Pietro. Te felicito.
ResponderEliminarMuchas gracias,estimado Rubén
EliminarMuy bueno. Un placer leerte y oírte. Saludos cordiales
ResponderEliminarBrillante soneto.
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