RIMA IV



Si son tus labios el fuego 
podrían flamear los míos 
y entre los lindes bravíos 
pondría mi vida en juego. 
Así llegara el ruego 
que me envuelve en tu mirada 
que es eterna llamarada 
y quema como mil soles, 
y a pesar de tus bemoles 
eres quimera abrasada.

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