Siento latidos de tierra en mis manos,
con taquicardias y arritmias suplica
ser el descanso de balsa y de troica,
y renacer en colinas y llanos.
Entre suspiros se escuchan campanos,
son el llamado de la fuente arcaica
a pernoctar en el éter estoica
y deslizarse con cabellos canos.
La eternidad que en ella profundiza:
conocimiento de la espiga de oro,
que a todo ser con bravura barniza.
Muere naciendo con mayor decoro,
y en infinito la presencia eriza
con breve trino que funge de coro.
Gustave Guillaumet - “El desierto”
Gustave Guillaumet - “El desierto”
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