SONETO ALEJANDRINO I




Alúmbrame con tierna mirada iridiscente,
permítete la envidia del sol por la mañana,
cobijo brinda a este hombre ¡oh, bella alma liviana!
y con calor enfría lo que mi alma aquí siente.

El vasto mar puede entre tu río del afluente
ser fuerte receptor, portentosa calma llana,
depende de luceros que a través de ventana
observan noche fría o fiel mañana candente.

Esperaré que tu alma candorosa desvista
para ver sigiloso tu glorioso deseo
y ser nube en tu cielo cuando te encuentres lista.

pues ninguna mirada será echada al voleo
y callada gritando mi belleza cubista
a ti se irá acercando como un suave goteo.

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