RIMA XXXI



Tejes con cada caricia el reposo de tus sueños. Inoculas, con tus besos, el veneno a quienes tomas presos. Sutil, entre la partitura de tus redes, buscas el viento que se suspenda en tus deseos. Tomas en tus manos a la dama de plata y te fundes con ella en un abrazo eterno. Eres lirio, lirio de los desvelos que se instalan en el vacío del firmamento.

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