En las horas profundas de la noche
dos perlas brotaron de tus ojos
tres perlas trepidantes salinas
que encontraron en tus labios
el vacío donde fundirse.
Cada una formaba el diluvio
de tus besos ciegos
que confluían en tus abrazos témpanos al suelo
¡dolor!
mas dolor entre calladas caricias,
entre las cuerdas tensas de la vida,
entre susurros en el eco del silencio.
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